Misionero en Ucrania dice que la “perdición espiritual” es el mayor problema del país
Michael Domke sirvió en Ucrania durante 15 años en la Junta de Misiones Internacionales. Afirma que en tiempos de gran necesidad y desesperación, ha quedado claro que el mayor problema del mundo no es la guerra ni el hambre. Es una pérdida espiritual. Recientemente, dice que fue testigo de cómo la gente hacía fila afuera de una iglesia mientras las sirenas de ataque aéreo sonaban en Ucrania.
“La iglesia no era un refugio antiaéreo. No estaban distribuyendo comida. Ni siquiera era domingo. ¡La gente hacía fila para escuchar acerca de la esperanza de Jesucristo! Plantar iglesias durante la guerra presenta distintos desafíos físicos en comparación con tiempos de paz”, dice, según Baptist Press.
En este sentido, entre estos desafíos, Domke describe colchones apilados en los pasillos de un edificio, donde un pastor ofrece consuelo en medio de un ataque. Los bancos de las iglesias fueron empujados contra las paredes para dejar espacio a las personas cuyas casas fueron destruidas. Un coche acribillado a balazos cargado de suministros cruzando territorio ocupado. Un pastor busca un lugar para bautizar a 10 personas.
“Sin embargo, he descubierto que la plantación de iglesias todavía se reduce a que los creyentes estén firmemente presentes entre los perdidos y se unan a Dios en Su obra. Al mirar a Ucrania, no puedo evitar pensar en cómo Dios obra a través de la generosidad de tus donaciones. Durante más de una década, sus donaciones nos han permitido discipular y capacitar a una generación de plantadores de iglesias en Ucrania”, dice.
Crecimiento en medio de la guerra
Así, dice que tan pronto como empezaron a notar signos de una multiplicación del ADN de la iglesia, la guerra se intensificó y fueron evacuados a otro país. Dejando todo atrás, quedaron devastados. Sin embargo, estaba la iglesia que ayuda. Su apoyo no solo los llevó a un lugar seguro, sino que también les brindó asesoramiento sobre traumas.
“Salimos de Ucrania, pero Dios no nos pidió que dejáramos este ministerio. De hecho, lo hemos visto crecer, primero a través del compromiso digital con nuestra red de plantadores de iglesias y luego con viajes a Ucrania. El ADN de plantación de iglesias enseñado antes de la guerra brotó y creció. Los pastores y creyentes locales compartieron la Buena Nueva de Jesucristo con mucha gente”, revela.
Finalmente, Domke dice que fueron testigos de un bautismo tras otro. Una iglesia que estaba a punto de cerrar ahora tiene más de 300 fieles y ha plantado otra iglesia. Asimismo, se están uniendo innumerables grupos nuevos, así como muchas iglesias nuevas.